El sector prevé reincorporar por etapas a más de 6.000 trabajadores, que ignoran dónde podrán comer o alojarse. Medio centenar de grandes promociones privadas y obras públicas aguardan su reactivación tras Semana Santa
El Gobierno planifica para después de Semana Santa la vuelta al trabajo de sectores clave tras haber entrado en fase de control la pandemia en la mayor parte del país. Será un regreso condicionado por las restricciones que seguirán vigentes para gran parte de la población y las precauciones que los que queden autorizados para trabajar. La construcción empieza a planificar con ese horizonte su regreso para el día 13, pero las incógnitas impiden trazar un escenario de trabajo completo.
Javier Carballeda, gerente de la Asociación de Constructores de Pontevedra, advierte que solo se cuenta de momento con una «declaración política» del Gobierno sobre su intención de permitir a construcción e industria abandonar el cese de actividad, «pero esa decisión no se ha plasmado aún de forma oficial».
Son entre 6.000 y 7.000 los trabajadores de la construcción parados en Vigo y 25.000 en la provincia que aguardan a reactivar las obras en medio centenar de edificios y promociones como las previstas en la parcela de Cordelerías Mar, Rosalía de Castro o San Roque, y proyectos públicos como Vialia, el túnel de Porta do Sol, las rampas de Gran Vía, la Ciudad de la Justicia, las humanizaciones de Ronda de Don Bosco y Beade.
La Asociación de Constructores prevé, sin embargo, un regreso escalonado para solventar las restricciones que aún puedan sufrir en su movilidad trabajadores procedentes de Portugal, las provincias de A Coruña y Ourense y el resto de Pontevedra, o si se les habilitará espacios para pernoctar.
Ni siquiera el horario podrá ser determinado hasta que se especifique qué sectores pueden retomar la actividad. La mayoría de los trabajadores del sector comen fuera de sus casas para retomar el trabajo tras un corto paréntesis, por lo que tendrían que contar con locales de restauración abiertos o hacer un horario intensivo de 8.00 a 15.00, que el sector considera poco operativo. La falta de suministros complica aún más un regreso normalizado.
El Casco Vello es uno de los escenarios pendientes de recobrar la actividad constructiva. Sin tráfico y con los restaurantes, hospedajes y bares cerrados, el barrio histórico ha recuperado casi el silencio de un entorno rural. El coronavirus paralizó obras con inversiones millonarias como la rehabilitación del pazo del Marqués de Valadares, en la bajada a Laxe, y en O Berbés se congelaron obras simbólicas como el albergue para peregrinos previsto para el 2021 o la nueva sede de la Universidad.
Otro parón al barrio do Cura
Un poco más arriba, las excavadoras y empresas de demoliciones han dejado también de derribar y allanar el barrio do Cura para levantar 400 pisos de lujo con vistas al mar. El proyecto había sido congelado tras estallar el bum del ladrillo en el 2008 y sobrevenirle una crisis financiera que se prolongó más de un lustro.
El resto del Casco Vello se nutre además de reformas de viviendas unifamiliares. Destacan dos rehabilitaciones más en el entorno de la plaza de la Constitución. Una afecta a un edificio noble de cuatro plantas en pleno centro que ocupó la Cerería San José. En las últimas semanas, se agilizó su vaciado del interior.
A escasos metros, Cíes Obra Civil levanta un edificio de tres plantas que aprovecha el estrecho solar del cruce de Sombrereiros con Méndez Núñez. Se trataba de una parcela con una casa en ruinas y que, antes del parón, estaba adquiriendo un aspecto moderno. En la calle Perigos, se congeló la construcción de una vivienda de tres plantas que iba a adecentar un solar vacío bajo el mirador de la rúa Elduayen. La obra tenía colocados los andamios y se lleva meses trabajando.
Sobre el bum del Casco Vello pesa así la sombra de la incertidumbre sobre las decisiones que sobre el sector de la construcción vaya a tomar el Gobierno. La pregunta es si la vuelta servirá para continuar los proyectos en marcha o, si a esas alturas, habrá una crisis económica similar a la del 2008 que castigue a todo el sector del ladrillo. El Casco Vello afronta una de sus pruebas de resistencia más duras que puede demorar su rehabilitación.