El “ladrillo” de Vigo abre sus puertas a la captación de 500 empleados

El sector reclama peones y albañiles pero también perfiles cualificados. Denuncian “miedo” en las empresas a asumir obras por falta de personal y reivindican la mejora salarial. La obra civil y la ordenación provisional, claves en el rebrote de actividad

La construcción en Vigo afronta un horizonte esperanzador, aunque tiene cara B. Los proyectos de obra pública en la ciudad –Vialia, la Ciudad de la Justicia o, sin ir más lejos, el recientemente presentado centro de salud de Bouzas–, la importante demanda de viviendas con la aprobación de la ordenación provisional –hasta 1.000 al año– y el auge de los proyectos de rehabilitación perfilan el tan esperado nuevo tiempo de actividad para el ladrillo, después del estallido de la burbuja en 2008. Pero falta mano de obra. Las empresas están al acecho de todo tipo de perfiles: albañiles, peones, alicatadores, fontaneros, colocadores de pladur… De todo. Y también de los más cualificados y escasos, como los encargados de obra. La carencia es “muy difícil” de cuantificar dada la ausencia de datos oficiales, previenen en la Asociación de Constructores de Pontevedra (ACP), pero calculan que la demanda podría orbitar alrededor de 500 nuevos trabajadores a lo largo del año 2019.

“Es un poco paradójico que por una parte haya carga de trabajo y por otra una necesidad acuciante de personal”, lamenta Javier Carballeda, gerente de la patronal provincial. Las estimaciones de la ACP para la ciudad toman como referencia los estudios que periódicamente publica la Fundación Laboral de la Construcción, que en marzo cifró en 4.300 la necesidad de trabajadores en la construcción en toda Galicia, si se tienen en cuenta las jubilaciones –la falta de relevo– y el crecimiento.

  • 1 La demanda que viene en forma de proyectos

    Desde Vialia, la Ciudad de la Justicia o el desbloqueo del urbanismo, el sector prevé un auge de proyectos que exigirán más personal.

  • 2 El sector juega con la baza salarial

    El aumento del 7% en tres años en el sueldo base de 17.150  o la mejora de las condiciones en la obra, bazas del sector para ofertar trabajo.

  • 3 La bolsa de oferta de Portugal ya no vale

    Los agentes reconocen que el buen momento que vive Portugal hace cada vez más difícil traer a trabajadores del otro lado de la frontera.

En Vigo más de 2.500 empresas beben de la construcción

En efecto, las últimas cifras laborales denotan una mejora en un sector cuyo peso dentro de la economía local sigue siendo relevante: según los últimos datos del IGE, más de 2.500 empresas beben en Vigo de la construcción –un 10% de total–.  Además, se ha vuelto a superar la barrera de los 5.000 afiliados a la Seguridad Social, cifra que experimentaría un repunte del 10% si se le añaden los citados 500 nuevos empleados. Por otro lado al colectivo se le agotan las vías de provisión de personal: solo 34 personas se inscribieron como parados en la construcción en el municipio, de acuerdo con el balance reciente de julio.  En estos momentos, en el portal de empleo de la Fundación (construyendoempleo.com, se han registrado 60 ofertas en la provincia en lo que va de año.

Javier Carballeda
Habría que poner en valor al sector; tiene futuro y está bien remunerado
Javier Carballeda
Gerente de la Asociación de Constructores de Pontevedra (ACP).

“Habría que poner en valor al sector; tiene futuro y está bien remunerado”, defiende Carballeda. “En cierto modo ha estado muy denostado a lo largo del tiempo y creo que la crisis hizo mucho daño, porque la gente vio que antes había algunos a los que les iba muy bien y de la noche a la mañana tuvieron que cambiar de oficio o emigrar”, agrega. Como puntos a favor, la ACP señala la subida salarial pactada en el convenio del 7% para los próximos tres años, que se vendría a sumar a los 17.157 euros de salario base recogidos hoy (a excepción de los aprendices). “Los salarios son más altos que en otros convenios, como la hostelería o comercio”, incide.

Sobre todo porque el futuro puede venir cargado de proyectos. “Quién tuviera la bola de cristal, pero si hay estabilidad y los inversores continúan, se prevé que vamos a necesitar más gente”, sostiene Miguel Caruncho, gerente de Xestión Ambiental de Contratas (XAC), una firma viguesa –con entre 36 y 38 empleados en plantilla– que tuteló el derribo del Xeral. Caruncho denuncia cierta soledad y autogestión en la instrucción de los empleados: “Somos nosotros los que tenemos que intentar formar a gente para que vuelva a generar una bolsa de trabajadores cualificados y acometer el bum de trabajo que en teoría se avecina”.

Las advertencias llegan incluso de los promotores. El presidente de la patronal provincial (Aproin), Javier Garrido, ve “con preocupación” que la falta de recursos humanos acabe desembocando en un “aumento del precio” de los proyectos. “En el apartado de costes, deberíamos prever un pequeño incremento”, aconseja Garrido.

A las dificultades, por otro lado, hay que sumar el cierre del ciclo superior de FP en Control y Organización de Obras de Construcción por falta de alumnos. En estos momentos, a los alumnos que quieran formarse solo les quedan dos alternativas en Vigo. Son los ciclos superiores de Proyectos de Edificación y Proyectos de Obra Civil.  O eso, o los cursos que imparte la Fundación Laboral –en la que están integradas empresas y sindicatos– pero su capacidad también tiene límites. Cada año en la ciudad pueden llegar a formarse un máximo de 40 trabajadores, barema Fernando García Novo, gerente de la entidad en Galicia. Lo que más tiempo requiere son sobre todo los encargados de obra, después de que los de hace una década se jubilaran o retiraran sin dejar relevo, por el parón. Según García Novo, cuesta formar a uno entre “7 y 10 años” entre los cursos y la necesaria experiencia; una misión difícil, que pasa factura. El gerente de la Fundación en Galicia revela de hecho que algunas constructoras en la ciudad llegan al extremo de “dejar de ejecutar obras” por carencia de medios humanos. “Las empresas tienen miedo: prefieren decir que no a no encontrar personal que las lleve a cabo”.

Y eso que –subraya– el trabajo físico “ya no es lo que era”; ha aumentado la conciencia medioambiental y se busca incluso echar el lazo a las mujeres, el otro gran “hándicap” del sector. “Si pueden cuidar a ancianos o trabajar en una conservera, no creo que sea más dura la obra”, comenta.

Tradicionalmente, los picos de actividad se apoyaban con personal llegado de Portugal, cuenta García Novo. Pero ya no es así. Ahora al otro lado de la frontera el ladrillo se experimenta un momento álgido, con salarios al alza que encorsetan la movilidad de los operarios

@FarodeVigo